14/1/10

Crítica: Ágora

CRÍTICAS DEL 2009
ÁGORA
Sesión doble de peplum

Alejandro Amenábar volvía el pasado otoño, cinco años después de que se estrenara su exitosa Mar adentro, con Ágora, un film ambientado en la Alejandría de finales de siglo V (d.C.) centrado en la enigmática figura de Hypatia, astrónoma, filósofa y atea que lucha por proteger la sabiduría del mundo antiguo frente a la creciente expansión del cristianismo en el Imperio Romano.
Amenábar es el "Alejandro Magno" del cine español, y se ha ganado el epíteto: es una cosechadora de premios y la crítica y el público lo apoyan (sólo hay que ver las cifras de taquilla de la cinta que se critica: más de 20 millones de euros en España); pero también por ser el director más ambicioso: Ágora es una de las películas más caras de nuestro cine. Aunque claro, eso no es sinónimo de que estemos ante una obra maestra. Ágora no es perfecta, ni mucho menos.
En un principio, los avances de la trama y los tráilers auguraban dos posibles destinos para la película: el primero, un peplum épico y apasionante, y el segundo, un peñazo histórico que suscitara al suicidio. El resultado: ni lo uno ni lo otro.
Quizá lo más interesante de esta película, y a mi parecer, lo más logrado, es la dura y directa crítica al fundamentalismo religioso, que ojo, no a la religión misma. Y no sólo al fanatismo cristiano (en la película retratados como los malos malísimos), sino que también el judaico o a los propios paganos (fueron ellos los primeros en atacar). También se trata con pasión las escenas de astronomía, aunque finalmente puedan llegar a cansar (precisamente, las que más se acercan al final de la película resultan repetitivas con tanta recapitulación). Asimismo, el final es de las mejores escenas de la película, con una enorme carga emotiva que suscita las lágrimas a más de uno. Es decir, de peñazo nada, es más entretenida de lo que uno pueda esperar.
Ahora, el gran error de la cinta es que esta no se siente como una unidad, parece más una miniserie de gran presupuesto, con dos capítulos bien distintos. Y esto se debe a un incomprensible corte hacia la mitad de la película, donde, cual inicio de un nuevo episodio de Star Wars (esa parrafada interestelar tan conocida), nos explican lo sucedido entre la parte ya vista y la que se viene. Un director consagrado (al menos en España) como es Aménabar debería no tener que recurrir a este tipo de narración. Se me ocurre, por ejemplo, ya que el esclavo Davo es un personaje totalmente ficticio (creado para acercarnos más a la posición de los cristianos y, sobretodo, para establecer el conflicto dramático, que por cierto, con buena resolución pero no del todo bien desarrollado) que fuese narrador testigo de los hechos, pues daría una visión más que interesante a la historia. Quiero pensar que esto es causa del tijeretazo en la sala de montaje tras la proyección en Cannes y que en esas escenas eliminadas (alrededor de una hora de metraje) sí se desarrollarían los acontecimientos ocurridos en esos años de transición; aunque quizás, gracias a ese recorte la película no haya resultado un tostón histórico considerable.
En otros aspectos, la actuación de Rachel Weisz como Hypatia es bastante solvente, contagia entusiasmo en las escenas más filosóficas y astronómicas y es un aliciente a que estas no resulten tediosas. También hay que destacar el diseño de vestuario y una adecuada banda sonora del oscarizado Dario Marianelli
(aunque convecional en este tipo de producciones, y también inferior a su magnífico trabajo en Orgullo y Prejuicio y Expiación). Tampoco podemos negar el trabajo de la dirección artística, aunque quizás el conjunto resulte excesivamente recargado, además de que la Biblioteca de Alejandría era un edificio completamente helenístico, no una especie de templo egipcio reciclado como encontramos en el fim.
En definitiva, Ágora es una buena película histórica, entretenida y emocionante y emotiva a ratos, pero que podría haber sido mucho más. Una lástima, pero tampoco hay que lamentarlo.

NOTA: 6.5

Lo mejor: entretiene. Rachel Weisz.
Lo peor
: sólo faltó John Williams en la banda sonora.

1 comentario:

Alvaro dijo...

Pues es una lástima, pues esta película prometía mucho. Que pena.
En fin, todavía le tengo confianza a Amenábar, y espero que su nueva producción sea más afortunada.